martes, 1 de marzo de 2016

Yo tengo la fe de David ante Goliath

David y Goliath: Yo y mi problema

Queridos amigos, hoy deseo transmitirles este nuevo mensaje que recibí de Dios para mi vida y por ende para todos.
Está escrito que podemos mover montañas con la fe. Jesús nos lo dice una y otra vez de diferentes maneras. Muchas veces le pido a Dios que aumente mi fe, pues quiero que ella sea por lo menos del tamaño de una semilla de mostaza, quiero sentir en mi espíritu esa promesa de Dios.
Hoy, ante el miedo, le rogué a Dios que me diera fe. Dios me mostró el ejemplo de fe de David, el joven pastor que derrotó al enemigo de Judea, representado en Goliath el súper soldado del ejército enemigo filisteo.
Cómo era la fe de David, ese muchacho pastor que pudo él solo contra un gigante? Su fe era absoluta. Ciega. Su fe en Dios no comenzaba con el evento de Goliath. Su fe ya existía. El estaba en comunión con Dios en todo momento, lo buscaba siempre. Valoraba los momentos en soledad para orar a Dios. Su relación con Dios era diaria, perseverante. El ejército de su pueblo era uno de poca fe, y Dios lo eligió a David como herramienta para salvar a su pueblo.
La fe que David tenía en Dios fue lo que le dio el poder y la certeza de vencer al enemigo. El creía cuando nadie la hacía.
Esa, me dijo Dios, es la fe que mueve montañas. Esa es la fe de la que habla Jesús cuando dice que si uno tiene fe, puede arrancar esa mata y tirarla al mar. Es la fe pura que nos conecta de tal manera a nuestro Padre, que nos da el poder y la autoridad de remover cualquier obstáculo, miedo, problema en nuestra vida.
Dios me dijo: "La fe es la herramienta que abre todas las puertas y destierra todo temor."
A través de Jesucristo, tenemos la fe de David, crecemos en ella, esa semilla nace y crece cada vez más.
Pero a esto, me dijo Dios, hay que agregarle algo: humildad y bondad.
¿Cómo era el joven David? Arrogante? Pendenciero? Vano? Violento? Egoísta? Como ser humano, seguro tuvo que lidiar con todo eso y más, pero en aquel momento, cuando su fe derrotó a Goliath, su actitud en el contexto se ve como humilde, mesurada, calma.
Debemos cultivar la humildad y la bondad para con los demás y para con nosotros mismos, para que la fe fluya, se active con más fuerza aún, y ahí vemos más y más milagros multiplicarse.
Pensemos, cómo era Jesús?
La entrega de todo nuestro ser, todo lo malo que hay en nosotros, lo bueno, nuestros sueños, nuestras dudas, miedos, plegarias, todo hay que entregarlo a Dios, con la fe y la alegría de un niño, para que Él pueda manifestarse a través nuestro y bendecir nuestra vida y la de los demás.
Espero que esto los bendiga.
Con amor, Natty ♥♥♥
La fe mueve montañas.

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