miércoles, 3 de diciembre de 2014

Jesucristo es mi Che Guevara. ¡Viva la revolución! Bienvenidos a mis desvaríos mesiánicos. No digas que no te avisé...

Jesús revolucionario verdadero
Jesucristo, el verdadeo revolucionario de todos los tiempos


Bueno, esto es muy fuerte para mí. Si alguien me dijera un año atrás que empezaría un blog pro-Cristo, y por la cristiandad —no la religión, sino la fe—, me hubiera reido en su cara. Nunca le di mucha bola a Jesús, aunque siempre lo respeté desde lejos, como se respeta a un filósofo que sabés que la tiene clara pero que no es la última y definitiva respuesta. No sabía la diferencia entre en viejo y nuevo testamento, y pensaba que sus seguidores eran seres cerrados que no tenían ni puta idea de lo que es vivir en esta Tierra.

¿Cómo empezar a contar esto? En las películas te dicen (♪♪cha-chaaaaan♪♪) "Empieza por el principio". Si bien hubo un mojón en mi vida que me alertó a realmente comenzar a estudiar a Jesús, esto ya venía de antes.
Siempre, desde que tengo memoria, fui alguien espiritual. Aunque nunca estudié religión alguna, ya tenía un pequeño atisbo de que no estamos solos en este universo. Y no me refiero a los aliens, aunque también he ponderado —y los he visto— sobre su existencia.

Siempre fui una niña muy (muuuuuuy) introvertida, al punto de que una maestra, a fin de año, me firmó el cuaderno y me puso "Cuando superes tu timidez, lograrás tu potencial" (o algo muy parecido), y yo, que no tenía idea, le dije que yo no me percibía como tímida. Es increíble como un tímido es tan tímido que no percibe su timidez.

Mi introversión cuasi patológica marcó mi vida. Nunca tuve muchos amigos, y los que tuve, eran disfuncionales como yo. Y sin embargo, siempre fui muy observadora de la condición humana, al punto que mis dotes de percepción eran agudísimas. Nunca compartí estas percepciones en profundidad sino hasta hace unos 15 años.

[Ah, pequeño detalle, tengo 38 años, me llamo Natalia, tengo pareja y somos padres de dos gemelas divinas (pffft)]

Cuando era chica percibía la soledad innata del ser humano; cómo nos inventamos historias para seguir sobreviviendo. Mi vida fue espiritualmente (y personalmente) un desastre productivo, ya que pensando para atrás, me doy cuenta que de los 14 a los 30 años mi vida no tuvo sentido alguno y fue una sopa de decepciones, desnorteos, búsquedas sin fruto y relaciones vacías. Pero también me doy cuenta ahora que en ese caos hubo una organización, un cierto orden, algo que luego me llevó a realmente comenzar a descubrir y a disfrutar la vida.

Aún hoy despotrico contra mí misma por perder todos esos años vitales, pero cada vez menos. No es fácil comenzar a vivir a los 30, pero peor sería hacerlo a los 88.

Mi vida entera estubo marcada por una búsqueda que iba más allá de los logros materiales, amorosos o académicos. Pero mi búsqueda siempre terminaba en un cul de sac, a pesar de siempre llevarme nueces de revelaciones oscuras e información para comer a oscuras en mi cuarto. Ese fuego por encontrar sentido verdadero a la vida nunca se apagó, aunque hubo momentos en apenas se veía la llama, como una vela a punto de consumirse.

Cuando tenía 24 años me fui del país a Inglaterra. Estaba tan sedienta de nuevas experiencias que agarré al primer novio inglés online que encontré —mentira, elegí a uno, pues soy en verdad una rompecorazones— y, como príncipe anlosajón que era, me llevó en un 747 a mi primer vuelta de tuerca. Inglaterra fue otro desastre productivo, pues a pesar de tener a mis pies ese país increíble y mágico, y de tener tantas posibilidades de desarrollo, pasé esos cuatro años prácticamente recluida en mi casa, enchufada a internet y a mi guitarra, demenuzando tristezas. ¡Qué pelotuda, Dios mío!

Cuatro años encerrada en los mismos miedos, con unos pocos viajes intramuros y extramuros (la belle Paris) que nunca olvidaré. Pero, ahí está lo bueno: en mi regreso o redota me traje tantas nueces intelectuales, tantas fotos, impresiones, percepciones, que me duran hasta hoy. Me traje mi propia biblioteca de Alexandría cerebral. Con esto quiero decirles, que una mente inquisitiva nunca es pobre, aunque tu mundo alrededor parezca que se viene abajo.

Volví en el 2004, deprimida, sin un rumbo, sin nada que llamar mío, a vivir de vuelta con mis padres. El bajón fue tan grande que realmente pensé en suicidarme. Pero la magia de esta existencia otra vez actuó en mi favor, gracias a que yo siempre presto atención. Estaba revisando papeles viejos de la niñez y adolescencia; otro viaje por la triste calle del recuerdo, y ¿qué encuentro en una vieja y mohosa agenda? El número de teléfono de mi primer y único amor. Esto es una historia con mucha tela, que la contaré en otra ocasión. La cosa es que siguiendo mi intuición, lo llamé. Increíblemente, él se encontraba soltero y solito como yo, y sabíamos que la chispa de ese amor unido en el cielo nunca iba a desaparecer. Nos juntamos en su casa en el Cerro, y ahí comenzó otra etapa de mi tortuoso camino.

Y diez años después, aquí estamos, más unidos que nunca, unidos en alma y cuerpo, juntos en este camino, eligiendo cada día amarnos y superar los "problemas". Reconozco que tengo suerte, y siempre la tuve: paladas de suerte. Será mi buena estrella o quizás y seguramente —Jesús, el Maestro, que me guiaba todo este tiempo sin que me diera cuenta, y quien vino cuando él sabía que yo estaba preparada: a los 38 años. Lo más curioso es que golpeó mi puerta cuando yo ya estaba "bien" en mi vida. No cuando estaba en lo profundo de mi noche del alma. Él sabe cuándo la fruta está madura. Y así sigue la historia... en el próximo capítulo :)

Nat x


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